domingo, 29 de noviembre de 2009

Autoridad

Supongamos que tu madre decide que es hora de aprender a dormir en silencio en verano y se dispone a cambiar su antiguo aunque hiperfiel Siam por un moderno split frío-calor.

No importa que poco tiempo antes vos misma te hayas casado y por eso mismo ya conozcas todas las marcas, modelos, colores y apellidos del mercado de los aire acondicionado.
Tampoco importa que el yerno sea ingeniero y aunque no se dedique a esto, un poco entiende.
Se le puso en la cabeza que quiere la marca X. Indagando un poquito, te enterás que porque se la recomendó el portero (no es broma).
Bueno, no importa. Si tu madre es feliz creyéndole al portero antes que a personas con algo más de autoridad, problema de ella.

Generosamente vas a toda casa de electrodomésticos, supermercado, tienda de departamentos "y demás negocios del ramo" con un papelito con la marca, modelo y especificaciones anotadas a ver dónde conviene comprarlo.
En el transcurso de estas excursiones, sos el hazmerreir de todo vendedor, asistente y encargado de sector: "pero no te conviene esa marca, por menos plata compras uno mejor" "esa marca se va a dejar de fabricar, después no vas a conseguir repuestos" "estás pagando la marca, y por esa misma plata comprás éste otro que es muchísimo mejor".

Te ahorrás las ganas de decirle "yo pienso exactamente lo mismo, pero mi vieja no la entiende porque el portero opina otra cosa" y en deferencia a tu madre ponés cara de inexperta en el rubro y respondés con un lacónico "es que no es para mí, a mí me mandaron a comprar éste" como si estuviera ante el almacenero a los 8 años rogándole que me diera lo que me había mandado a buscar mi madre porque sino se me armaba en casa.

Cuando inocentemente le comento a mi madre lo que opinan los vendedores, soy otra vez el hazmerreir "pero no aprendés más vos. Los vendedores te quieren vender lo que les conviene a ellos, no me vas a decir que te dejas llevar por lo que dicen esos interesados, no podés creerle a todo el mundo, tenés que ser un poco más piola". Ok, ok, otra vez como si tuviera 8 años.

La cuestión es que finalmente le vas a tu madre con el dato de dónde le conviene comprarlo, qué día, con qué tarjeta y en qué sucursal tienen suficiente stock.
Al día siguiente se aparece con que ya lo compró. En otro negocio, de otra marca, nada que ver. Cuando indagás el por qué de tal decisión, y haciendo a un lado el trabajito chino que te mandaste de ver dónde le convenía comprarlo, te responde "y... porque el vendedor me lo elogió tanto".
Sin palabras.

(Ahora que lo pienso, lo único que hubiera faltado es que le diga al portero que no le hizo caso basándose en mi propia influencia. Vale aclarar que la marca nueva tampoco era ninguna de las que le habíamos recomendado otras personas cercanas, por supuesto).

Otra de hace pocos días (que inspiró el post finalmente):

Cuando tu amiga (soltera) va a comprarse box spring + colchón nuevo en tamaño extra queen te pide recomendación por el mismo motivo mencionado más arriba.
Por lo menos me escucha, lo reconozco.
Me pide que la acompañe en su recorrida a ver por cual se decide. Convengamos que dos chicas solas yendo a ver colchones se puede prestar a cualquier interpretación, pero no importa, tu amiga se lo merece.
Escuchamos cualquier cantidad de diatribas acerca de la cantidad de resortes, de la importancia del sistema de resortes independientes (aunque vaya a dormir una sola persona el él), de la peligrosísima amenaza para la salud que representan los ácaros, si existen de verdad o no los colchones que no necesitan que se los de vuelta, la ingravidez, y no sé cuántas cosas más de las cuales uno ni se entera mientras está dormido.
El análisis de tantos datos, junto con la tabla de precios y las laberínticas fórmulas de descuento reducían la elección claramente hacia tres modelos.
A los pocos días me entero que la elección final recayó sobre uno totalmente descartado por motivos varios:
"Es que lo estuve pensando (pensar es hacer abuso de la palabra) y la verdad es que el color de éste es el que más me gustaba"...
Ahhhh, hubiéramos empezado por ahí... es que sábana no le pensabas poner acaso?
Por lo menos tuvo la gentileza de consolarme con un "pero al menos ya sé que vi todos y me quedo tranquila que elegí el mejor"

Otra amiga, pocos meses antes:

Se decide a comprarse una notebook. No sabe muy bien para qué, pero la quiere. Sus actividades no van más allá del solitario, el MSN, el paquete Office (paquetito más bien, por lo que lo usa) y paremos de contar. Pero tiene que ser de marca. Y no AMD, tiene que ser Intel. Fueron horas, muchas, las que dedicamos a analizar cada producto existente en el mercado actual.
Por suerte, esta vez la frustración recayó más sobre un amigo bien friki que dejaba en evidencia todos los caprichos por el estilo: por qué una note si no la iba a mover de la mesa donde la iba a apoyar? Por qué no esperar a que vengan con el windows 7, si total no es que la necesita urgentemente para un trabajo. Supongo que finalmente más de uno de nosotros entendimos (por fin!) que parece que la computadora también es un objeto de status y decorativo, y de hecho muchas veces cumple esas funciones antes que otras para las cuales fue originalmente diseñada.

Finalmente (sí, sí, a esta altura ya deben haber adivinado) la elección recayó sobre una que no cumplía casi ninguno de los requisitos mencionados más arriba, ni los exigidos por la compradora ni los aconsejados por los un poco más entendidos. El motivo de la elección: "porque me encantó el color". El externo vale aclarar, no la calidad de imagen ofrecida por el LCD.
Cabe mencionar también que por mucha marca y color fashion que tiene, como pronosticábamos, esa computadora se mueve menos que una desktop, no se cambia ni de escritorio.


De nuevo sin palabras. Y sin autoridad. Con familia y amigos así es realmente reconfortante sentir cuánto te escuchan las paredes.

Con semejantes antecedentes en cuanto a la influencia que ejerzo sobre las personas, para que mi hija me haga caso, ¿Voy a tener que empezar a decirle que haga lo opuesto de lo que pienso?

Como nota al margen, no sé si estoy rodeada de personas demasiado influenciables o debo sacarme el sombrero frente a más de un colega.

martes, 24 de noviembre de 2009

Aquelarre

Nunca mejor elegidas las imágenes


Creo que son varias las veces que manifesté por aquí que no soy muy adicta al saludo; y ni qué decir del saludo argentino, lleno de besuqueos hipócritas. Podría haber escrito una entrada al respecto en tono bien quejumbroso y reivindicador, acerca de esa gente que es tan maleducada y sin embargo se considera la mejor discípula de Eugenia de Chikoff sólo porque da unos 80 besos falsos al día.

Sin embargo, no estoy con ánimo para eso hoy (rarísimo, disfruten que dura poco) así que mejor aprovecho la cuestión de los besos (y esta vez hablo de los de verdad) para contar una pequeña anécdota de ayer con mi papá, y de paso. ya que estamos, al final, reivindicar a los que nacimos o fuimos criados en esta condición de malos estructurales.

Mi papá, como el glotón que desprecia un caramelo porque está lleno de chocolates, ya que mimos tiene de más, a veces se da el lujo de hacerse el cansado de recibir tantas atenciones.

Ayer se dio el siguiente diálogo cuando mi papá estaba en ésta actitud:

L: Y yo que sólo te quería hacer unos mimos... qué malo!
P: Hice un master con el diablo
L: Teníamos a quién salir entonces
P: Mejor que eso. Uds. dos (su descendencia) se han perfeccionado
L: Qué malooooooo!

Lo peor es que no me terminó de quedar muy claro al final cuál de los dos es más malo.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Por las dudas...

Casi nunca reenvío cadenas de mails, muchísimo menos esas que "tienes que pasárselo a 8 personas para que el amor dure 8 años más" (porque para peor al año uno puede arrepentirse)... pero después me puse a pensar, por ahí no me pasa casi nada bueno por no seguir esas cadenas no?
Como todos sabemos, las brujas no existen, pero que las hay, las hay (y es algo que compruebo cada mañana cuando llego a trabajar), así que aquí va lo que me llegó:



No sé si por blog funciona, pero probemos. Si alguien la quiere en modo tradicional (por mail), me avisa. Ahora voy a conseguirme más lectores así la prosperidad me llega como esas cremas que hay que ponerse antes de ir a dormir para amanecer transformada en una belleza... en realidad mejor no, porque aunque he probado cremas se ve que éste rostro no tiene arreglo (espero que la mala racha sí).
Lakshmi, estás?

lunes, 9 de noviembre de 2009

Revancha


Cuando tu blog ya pasó su primer cumpleaños, en general se te terminan esos posts de "cumple-algo...", al menos si uno quisiera no ser reiterativo.
A pesar que hoy se cumplen cuatro, y no tres que me enteré que iba a ser mamá, el post podría haber sido el mismo que el del año anterior.
Pero no.
Aunque los hechos son los mismos, eso no significa que no podamos jugar con ellos y sacarle nuevos significados.
Hace un par de días hablaba con una amiga, amiguísima, con la que a pesar que el cariño permanece intacto, estamos en una mala época para mantenernos en contacto.
En un momento de la conversación reflexiona "parece mentira, el lunes van a ser siete años que me casé".
Y así mi mente voló ése tiempo hacia atrás, al día de ése casamiento, a uno de esos momentos, que supongo que tenemos todos, de sentirnos los seres más miserables del planeta.
Y no por envidia, ni de la sana, ni de la otra, por ése casamiento por todo lo alto, ni por el novio que parecía sacado del book de una agencia de modelos; sino porque en esas ocasiones es inevitable, o al menos para mí, hacer paralelismos por el estilo; y al caer que tu amiga, de tu misma edad, educación, etc, etc, está en la plenitud de su vida y en cambio vos en una relación sin futuro (de hecho cortamos unas dos semanas después) y pensando que todo eso del casamiento, el novio cariñoso, los hijos y demás nunca van a ser para vos siempre deprime un poco, o bastante.

Eso fue el 9 de noviembre de 2002. El de 2005 me enteré que MC venía en camino.

Son extraños los vericuetos de la memoria. Para mí ése casamiento había sido importante, y es de destacar que los dos primeros aniversarios no me los olvidé.

A partir del tercero me lo olvidé no sólo porque tenía alguien más que (auto) felicitar, aunque a la mayoría de la gente le suene re loco que me siga acordando y festejando esto y por ése motivo lo hagamos en privadísimo, sino porque cerca de esa fecha A. y su marido decidieron que no valía la pena celebrar más aniversarios.

A. siguió probando, tuvo otra pareja que a todos nos caía fantástico, que después de todo casarse cuando se es tan joven a veces no es negocio y demás. Pero lamentablemente tampoco funcionó. A nivel profesional su vida es envidiable, y no sólo eso sino que a puro esfuerzo propio; pero lo demás, sigue... mejor no pregunten, gracias.

Pero en definitiva, aunque no sean más que casualidades, a veces las fechas, eso que parece algo tan sin sentido y sólo para hacer quedar mal a la gente que no las recuerda, sirve para ver dónde está parado cada uno, y que las cosas no son tan definitivas como uno las ve en el presente.
Así, hace siete años yo pensé que nunca me iba a casar, ni tener hijos en franco contraste con las maravillosas perspectivas que, parecía, se les abrían a los protagonistas de la boda en cuestión.

Pocos años después la situación era exactamente la opuesta.
Curioso. Y más curioso es que no haya hecho la relación hasta cuatro años después.

Y ya que estamos... desde hace cuatro años hasta ahora hubo y hay bastante nubarrones... será demasiado pedir otra revancha?... aunque sé que en algunos aspectos estamos mejor que el año pasado, en una situación bien parecida.

Y ya que estamos (II) un día como el de hoy en Buenos Aires, con lluvia, sol y granizo al mismo tiempo, no es la perfecta analogía del estado de ánimo "¿y a mí qué demonios me está pasando que lloro y me rio al mismo tiempo?"

Y ya que estamos (III) muy "numerológicos" con cosas sin sentido, gracias a lilypie me acabo de enterar que el 11/11 María Clara cumple 3 años, 3 meses, 3 semanas y 3 días...

Lilypie Fourth Birthday tickers

domingo, 8 de noviembre de 2009

El subte se entierra sólo

A ver si alguien se toma el arduo trabajo de explicarme una cosa: para qué sirve hoy en día el subte en Buenos Aires?
De momento, y si el conflicto Gobierno Nacional versus Gobierno de la Ciudad continúa en éstos términos la cuestión será eterna, no son demasiados los afortunados que tienen una vida tan recta como un trayecto directo de subte que es para lo único que sirve, porque ya ni siquiera es útil para ahorrar tiempo.

A lo largo de los años fui sumándole cada vez más desventajas al uso del subte:

Primero y principal, es horrible viajar sin saber por dónde estás yendo. Es más lindo divagar mirando algún paisaje y no contando las luces del túnel a ver cuánto falta para la próxima estación.
Pero ahorrabas tiempo.
Segundo, en relación con lo anterior, además de que no es apto para la gente con tendencia a la claustrofobia, lo es mucho menos para los que sufrimos en el andén cada vez que alguien pasa detrás nuestro y tenemos esa sensación que nos va a empujar a las vías, aunque nunca hemos visto que le haya pasado a alguien.
Pero se llegaba rápido.
Tercero, es casi imposible llegar a destino "planchado y fresco como una lechuga"... pero como llegabas rápido, con suerte ni te arrugabas, ni te marchitabas del todo.
Cuarto: empezó a ser muy difícil eso de llegar a destino con la misma cantidad de pertenencias con la que saliste de casa. Ojo, ningún medio de transporte está exento de robos, cuando estás con el auto, incluso es peor porque puede ser el auto mismo, con la proporcional violencia que eso conlleva, pero después de la calle, en el subte es el lugar donde más veces me han robado.

Así que probablemente, aunque al llegar a destino ya no tuvieras eso por lo cual tenías que llegar a ése destino, llegabas bastante rápido.

Ayer, apremiada por el tiempo, un poco más que de costumbre, decidí que, a pesar de los cuatro puntos anteriores, el subte seguía siendo la mejor opción... que baste con decir que tardé casi hora y media en un trayecto que en colectivo hubiera tardado una hora, o menos. Y que conste que ayer no había paro de subtes ni nada parecido (teóricamente, claro), y que hoy escribo ésto no desde la furia por la inoperancia ajena, sino desde la placidez de un sábado a pura siesta.

No sé si el reclamo de los trabajadores de subte es justo o no, problablemente lo sea, pero con la escasa red actual y el lamentable servicio creo que se están enterrando solitos.

A ver si alguien me hace el favor de sugerirme un medio de transporte adecuado: subte, descartado, tren no llego a ninguna parte de las que tengo que ir (y quitando la claustrofobia, aplica casi todo lo del subte, creo), en taxi o remise, además de que no es apto para usarlo a diario (salvo cuando va a cargo de la empresa, obvio!) encima hay que darle charla al conductor, lo que me molesta soberanamente, ni que decir lo que se sufre cuando éstos son aspirantes frustrados del TC2000, en colectivo, hay que rezarle a tres o cuatro santos para llegar a destino en una pieza, con vehículo propio los nervios por el tránsito se te disparan multiplicados por un millón, y si conseguir lugar para estacionar te suele llevar más tiempo que esperar cualquier medio de transporte, ni hablemos que en general la caminata es más de una parada (eso sin contar a distraídos como mi amiga L. que nunca se acuerda dónde estacionó el auto).
Más opciones no se me ocurren... salvo encontrar un trabajo donde me reserven una cochera (al lado de la puerta de acceso, por supuesto!)
De todos modos, tengo una especie de pariente bastante cercano que acaba de llegar a Mexico D.F. que escribe que el tránsito del microcentro porteño es un chiste en comparación con el de allá y que los porteños somos unos quejosos. Ahora, apuesto que a la vuelta el susodicho se va a seguir quejando tanto o más que antes...