Dicen los que saben, o los que pretenden saber, que los cinco primeros años de vida son decisivos para el desarrollo físico, intelectual y psíquico de una persona.
Hoy María Clara cumple esos famosos cinco años, todos los dedos de una mano, un plan quinquenal completo, un lustro entero. Y eso significaría que estos procesos deberían estar completos.
En cuanto al físico no nos podemos quejar, se estilizó mucho, y sobre todas las cosas, parece que heredó la genética paterna y altura no le va a faltar. Si después considera que es demasiado alta y que por eso no le quedan bien los tacos, o más aún no consigue novio porque es más alto que la mayoría de los hombres, que se le vaya a quejar al padre, que en este caso es el responsable absoluto.
En cuanto a los otros rubros, no sé muy bien que pensar.
En este momento de mi vida, precisamente "rumbo al desempleo" en el que me encuentro, quisiera pensar que tengo un tiempo extra para inculcarle el "chip" correcto.
Hasta el día que empezó el jardín de infantes estuvo rodeada de mujeres que trabajan. Su mamá trabaja, la señora que la cuida trabaja (sí, cuidándola a ella, y aunque no se lo hace sentir como que ella es un trabajo, se entiende que tiene una ocupación), mi suegra trabaja, mi hermana trabaja. Mi mamá no, pero siempre la ve ocupada atendiendo a mi papá, al punto que si mi mamá trabajara tendría que contratar a una persona para que lo cuide, así que aunque no remunerado, es un trabajo igual. Mis amigas más cercanas, también todas trabajaban.
Hasta ése momento, María Clara bien podría haber sido Ignacio en el increíble cuento de Mario Benedetti "En el reino de los cielos" cuando se da el siguiente dialogo entre dos chicos:
–¿Y qué hace tu hermana? –preguntó Ignacio
–Está casada con un médico. Un médico francés.
–Sí, claro. Pero ella ¿qué hace?
–¿Ella? ¿No te digo que está casada con un médico? Hace eso, nomás. Bueno, a veces mira la tele.
Después empezó el jardín, y se encontró con que muchas mamás no trabajaban. Y una de mis amigas fue mamá y dejó de trabajar. Y aunque ella no las conozca mucho, en mi trabajo, muchas son las mujeres que estudiaron una carrera, consiguieron un trabajo, un novio (en el trabajo) se casaron (o se juntaron) y apenas tuvieron el primer hijo, o a lo sumo el segundo dejaron de trabajar, sin planes de retomar sus actividades laborales. Mientras se dedican a llevar a los chicos al jardín, a llevarlos de un lugar a otro en auto, a hacer manualidades, a cocinar; algunas a los sumo se ponen a fabricar bijouterie, velas, jabones, a organizar ferias de ropa importada, o a lo sumo hacer un trabajo free lance.
Siempre me cuestioné mucho el hecho de trabajar y no estar tanto con ella. Lo que nunca me había cuestionado demasiado es el modelo que le estaba dando.
Hoy por hoy pienso que tal vez sea más saludable instalarle el chip que nuestras abuelas le inculcaban a nuestras madres (o nuestras bisabuelas a nuestras abuelas): lo importante es conseguir un marido que te pueda mantener a vos y a tus hijos, y tu misión en la vida es crear un hogar feliz para tener un marido y unos hijos felices, y ahí reside la felicidad de la mujer.
Claro que hay que aggiornarlo un poco, una carrera hay que estudiar igual, porque así es más fácil conseguir un buen marido hoy en día (lo de bueno en realidad está por verse, pero al menos que tenga plata), pero hay que tener en claro que la carrera es eso, fundamentalmente no sentirse menos que otras mujeres, algún hobby hay que tener, y si es más o menos rentable mucho mejor. En vez de tejer, bordar, y lavar ropa a mano, hoy en día al ama de casa se le exige que vaya al gimnasio, después se siente en una confitería a tomar café con su notebook y que vaya a un seminario sobre decoración de interiores o similar.
Mi madre, quien no es profesional, y quien desde que se casó de dedicó a ser exclusivamente ama de casa, en ningún momento dudó en que el chip adecuado para sus hijas era ser profesionales y trabajar de lo que se había estudiado. Claro que también pretendía que fuéramos buenas amas de casa, y al día de hoy todavía lo pretende (va mal conmigo, y con mi hermana muchísimo peor); pero en ningún momento planteó algo así como que de grandes podíamos ser solo amas de casa. No sé si no entendimos bien el mensaje y en realidad nos estaba diciendo que estudiaramos para trabajar unos años y después seguir el camino de la mayoría de las mujeres de su generación, o habrá sido frustración propia, ya que quiso estudiar pero para mi abuelo las mujeres eran para tocar el piano, pintar sobre porcelana y demases, o bien nos veía un tanto feuchas como para conseguir un buen marido con relativa facilidad!
Ahora todavía estaré a tiempo para cambiarle el chip a María Clara?
O mejor aún, será que todavía no está definido del todo?
Yo sé que hoy en día mi frustración respecto a mi profesión y a mi trabajo en particular están en el punto más alto jamás alcanzado, y eso es mucho decir, porque no es que mi vida laboral fuera un camino de rosas precisamente; y todo esto supongo que nubla mi juicio actualmente; y mucho.
Pero no puedo dejar de preguntarme, no sería más feliz si le inculcara que lo mejor que le puede pasar es ser una ama de casa moderna?
Y pensar que hace cinco años, a esta hora todavía no sabía que María Clara era una nena. Yo sé que tener nenas es mucho más lindo a la hora de comprarles ropa, juguetes, aún son más parlanchinas y suelen conversar más (y cuando somos viejos nos atienden mejor), pero cuando uno tiene un varón definitivamente se libera de estas deliberaciones.
Por suerte no se puede elegir (porque si tuviera que elegir el sexo de un futuro bebé, no sabría cuál!).
Pero qué mala pata vengo a tener que me encuentro al borde del desempleo cuando mi hija está cumpliendo cinco años.
Y qué mala pata tiene María Clara de tener estos padres que la encargaron para que naciera en la época de las vacaciones de invierno, tanto por vacaciones (porque no hay nadie) como por invierno (porque le gusta celebrar su cumple al aire libre).
Por supuesto que la madre de María Clara agradecida, porque es tan colgada como madre y como ama de casa moderna que no averigua seis meses antes por salones o por el alquiler de inflables ni por disponibilidad de animadoras, que le viene fantástico que ya por tradición el cumple se festeje más o menos en noviembre.